jueves, 11 de octubre de 2007

OpInIoNeS De OtRoS AuToReS





El 11 de Septiembre, el ángel de la muerte bajó en picado a la tierra, para traer la muerte y la destrucción. Primero en forma de águila cayendo con sus garras sobre el pueblo chileno, después en forma de avión sobre Nueva York.
Valgan para ello las palabras de la canción de Silvio Rodríguez de su álbum "Cita con Ángeles" en el tema del mismo nombre:

"Septiembre aúlla todavía
su doble saldo escalofriante.
Todo sucede un mismo día
gracias a un odio semejante.
Y el mismo ángel que allá en Chile
vio bombardear al presidente,
ve las dos torres con sus miles
cayendo inolvidablemente".

Ese mismo día junto con otros cinco mil chilenos, fue detenido Víctor Jara y llevado al estadio de Chile. Su cadáver apareció acribillado el día 16 de Septiembre en los alrededores del Cementerio Metropolitano, siendo reconocido posteriormente por su mujer. Su delito: Sus canciones no gustaban a sus captores.



02



Nuestra vida se nos va yendo a medida que cumplimos años pero nos van quedando los recuerdos, recuerdos que archivamos en el cerebro con mayor o menor concreción y que a veces quedan reforzados en fotografías, diarios, películas y en la música.
Cuantas veces escuchamos una sintonía o una canción, e instantáneamente revivimos con detalle momentos que, sin ser determinantes, cobran mayor veracidad que otros que se han vivido en silencio.
Si queremos tener bien “atrapados” estos recuerdos no hay más que hacerse con esos temas que nos transportan por un intenso instante hasta un pasado que podemos hacer presente gracias a la música.

Las canciones de Mercedes Sosa, y en especial “Te recuerdo Amanda”, de Víctor Jara y “Gracias a la vida”, de Violeta Parra me hacen revivir cálidas veladas invernales de partidas de cartas, veladas compartidas con gente especial ambientadas por esta maravillosa voz que forma parte de mis recuerdos.


03




Estoy en una especie de trance pero mi cuerpo sigue funcionando.

Tal vez vista desde afuera parezca normal y dueña de mi misma:


mis ojos continúan viendo, mi nariz oliendo, mis piernas andando ...

Bajamos un oscuro pasadizo y entramos en una enorme sala. Mi

nuevo amigo me apoya la mano en el codo para sostenerme mientras

contemplo las filas y filas de cuerpos desnudos que cubren el suelo,

apilados en montones, en su mayoría con heridas abiertas, algunos

con las manos todavía atadas a la espalda. Hay jóvenes y viejos...

cientos de cadáveres.. . en su mayoría parecen trabajadores.. . Cientos

de cadáveres que son seleccionados, arrastrados por los pies y

puestos en un montón u otro por la gente que trabaja en el depósito,

extrañas figuras silenciosas con las caras cubiertas con máscaras

para protegerse del olor a putrefacción. Me paro en el centro de la

sala, buscando a Víctor sin querer encontrarle y me asalta una

oleada de furia. Se que mi garganta emite incoherentes ruidos de

protesta, pero Héctor reacciona instantáneamente :

-iShhh! No debes decir nada, si no tendremos problemas.

Espera un momento. Iré a averiguar donde debemos ir. Creo que no

es aquí.

Nos envían a la planta superior. El deposito esta tan repleto que

los cadáveres llenan todo el edificio, incluyendo las oficinas. Un

largo pasillo, hileras de puertas y, en el suelo, una larga fila de

cadáveres, éstos vestidos, algunos con aspecto de estudiantes, diez,

veinte, treinta, cuarenta, cincuenta ... y en mitad de la fila descubro

a Victor.

Era Victor, aunque le vi delgado y demacrado. ¿Qué te han hecho

para consumirte así en una semana? Tenía los ojos abiertos y parecía

mirar a1 frente con intensidad y desafiante, a pesar de una

herida en la cabeza y terribles moratones en la mejilla. Tenía la ropa

hecha jirones, los pantalones alrededor de los tobillos, el jersey arrollado

bajo las axilas, los calzoncillos azules, harapos alrededor de las

caderas, como si hubieran sido cortados por una navaja o una bayoneta..

. el pecho acribillado y una herida abierta en el abdomen.. .

las manos parecían colgarle de los brazos en extraño ángulo, como

si tuviera rotas las muñecas.. . pero era Víctor, mi marido, mi amor.

En ese momento también murió una parte de mi. Sentí que una

buena parte de mi moría mientras permanecía allí, inmóvil y

callada... incapaz de moverme, de hablar.

FRAGMENTO “Víctor un canto inconcluso”

No hay comentarios: