jueves, 11 de octubre de 2007

PoEmA




Aquí me quedo



Yo no quiero la patria dividida
ni por siete cuchillos desangrada
quiero la luz de Chile enarbolada
sobre la nueva casa construida
yo no quiero la patria dividida
ni por siete cuchillos desangrada.


Yo no quiero la patria dividida
cabemos todos en la tierra mía
y que los que se creen prisioneros
se vayan lejos con su melodía
siempre los ricos fueron extranjeros
que se vayan a Miami con sus tías
Yo no quiero la patria dividida
se vayan lejos con su melodía.


Yo no quiero la patria dividida
cabemos todos en la tierra mía
yo me quedo a cantar con los obreros
en esta nueva historia y geografía
yo me quedo a cantar con los obreros
en esta nueva historia y geografía
en esta nueva historia y geografía


Poema de Pablo Neruda adaptado por Víctor Jara

OpInIoN DeL GrUpO



Cuando pensamos en Víctor Jara, a menudo recordamos aquella imagen inmortalizada en tantas fotografías: la del sencillo cantor de poncho campesino, que entona sus versos sin más compañía que su guitarra. Pero el quehacer artístico de Víctor Jara fluyó por cauces mucho más diversos. (...)

Sin duda uno de los cantautores más emblematicos de nuestra historia, hijo de padres campesinos, Victor se crió en rigor y la dureza del campo, su afgicción hacia la música se la inculco su madre por la cual el sentía gran aprecio no así para con padre. Victor cantaba con un espiritu de lucha y superación el cual siempre lo llevo a destacar como uno de los mas grandes folckloristas.



La obra del creador revolucionario Víctor Jara, asesinado durante la dictadura militar de Augusto Pinochet, aún llega al alma popular a 34 años de su muerte. Persona irremplazable en todo el firmamento cultural y artístico, Jara es recordado como uno de los más importantes compositores chilenos.

Ha sido objeto de distintos homenajes, incluyendo discos de artistas nacionales y extranjeros, libros con su música, audiovisuales, piezas teatrales, canciones, afiches e incluso un festival de las artes lleva su nombre.

Nacido el 28 de septiembre de 1932, Jara dedicó su vida a la música, el canto, a las artes escénicas. Pero además de artista fue un destacado militante del Partido Comunista de Chile, y fue miembro del comité central de las Juventudes Comunistas de esa nación suramericana hasta el momento de su asesinato.








OpInIoNeS De OtRoS AuToReS





El 11 de Septiembre, el ángel de la muerte bajó en picado a la tierra, para traer la muerte y la destrucción. Primero en forma de águila cayendo con sus garras sobre el pueblo chileno, después en forma de avión sobre Nueva York.
Valgan para ello las palabras de la canción de Silvio Rodríguez de su álbum "Cita con Ángeles" en el tema del mismo nombre:

"Septiembre aúlla todavía
su doble saldo escalofriante.
Todo sucede un mismo día
gracias a un odio semejante.
Y el mismo ángel que allá en Chile
vio bombardear al presidente,
ve las dos torres con sus miles
cayendo inolvidablemente".

Ese mismo día junto con otros cinco mil chilenos, fue detenido Víctor Jara y llevado al estadio de Chile. Su cadáver apareció acribillado el día 16 de Septiembre en los alrededores del Cementerio Metropolitano, siendo reconocido posteriormente por su mujer. Su delito: Sus canciones no gustaban a sus captores.



02



Nuestra vida se nos va yendo a medida que cumplimos años pero nos van quedando los recuerdos, recuerdos que archivamos en el cerebro con mayor o menor concreción y que a veces quedan reforzados en fotografías, diarios, películas y en la música.
Cuantas veces escuchamos una sintonía o una canción, e instantáneamente revivimos con detalle momentos que, sin ser determinantes, cobran mayor veracidad que otros que se han vivido en silencio.
Si queremos tener bien “atrapados” estos recuerdos no hay más que hacerse con esos temas que nos transportan por un intenso instante hasta un pasado que podemos hacer presente gracias a la música.

Las canciones de Mercedes Sosa, y en especial “Te recuerdo Amanda”, de Víctor Jara y “Gracias a la vida”, de Violeta Parra me hacen revivir cálidas veladas invernales de partidas de cartas, veladas compartidas con gente especial ambientadas por esta maravillosa voz que forma parte de mis recuerdos.


03




Estoy en una especie de trance pero mi cuerpo sigue funcionando.

Tal vez vista desde afuera parezca normal y dueña de mi misma:


mis ojos continúan viendo, mi nariz oliendo, mis piernas andando ...

Bajamos un oscuro pasadizo y entramos en una enorme sala. Mi

nuevo amigo me apoya la mano en el codo para sostenerme mientras

contemplo las filas y filas de cuerpos desnudos que cubren el suelo,

apilados en montones, en su mayoría con heridas abiertas, algunos

con las manos todavía atadas a la espalda. Hay jóvenes y viejos...

cientos de cadáveres.. . en su mayoría parecen trabajadores.. . Cientos

de cadáveres que son seleccionados, arrastrados por los pies y

puestos en un montón u otro por la gente que trabaja en el depósito,

extrañas figuras silenciosas con las caras cubiertas con máscaras

para protegerse del olor a putrefacción. Me paro en el centro de la

sala, buscando a Víctor sin querer encontrarle y me asalta una

oleada de furia. Se que mi garganta emite incoherentes ruidos de

protesta, pero Héctor reacciona instantáneamente :

-iShhh! No debes decir nada, si no tendremos problemas.

Espera un momento. Iré a averiguar donde debemos ir. Creo que no

es aquí.

Nos envían a la planta superior. El deposito esta tan repleto que

los cadáveres llenan todo el edificio, incluyendo las oficinas. Un

largo pasillo, hileras de puertas y, en el suelo, una larga fila de

cadáveres, éstos vestidos, algunos con aspecto de estudiantes, diez,

veinte, treinta, cuarenta, cincuenta ... y en mitad de la fila descubro

a Victor.

Era Victor, aunque le vi delgado y demacrado. ¿Qué te han hecho

para consumirte así en una semana? Tenía los ojos abiertos y parecía

mirar a1 frente con intensidad y desafiante, a pesar de una

herida en la cabeza y terribles moratones en la mejilla. Tenía la ropa

hecha jirones, los pantalones alrededor de los tobillos, el jersey arrollado

bajo las axilas, los calzoncillos azules, harapos alrededor de las

caderas, como si hubieran sido cortados por una navaja o una bayoneta..

. el pecho acribillado y una herida abierta en el abdomen.. .

las manos parecían colgarle de los brazos en extraño ángulo, como

si tuviera rotas las muñecas.. . pero era Víctor, mi marido, mi amor.

En ese momento también murió una parte de mi. Sentí que una

buena parte de mi moría mientras permanecía allí, inmóvil y

callada... incapaz de moverme, de hablar.

FRAGMENTO “Víctor un canto inconcluso”

martes, 9 de octubre de 2007

EnTrEvIsTa A uN gRaNdE



















CrOnIcA De Su MuErTe


El nuevo comandante en jefe, general Pinochet, que en vísperas había jurado fidelidad al presidente Allende, encabezo el golpe. Fascista encubierto con la mascara constitucionalista, Pinochet dio orden de asediar el palacio de La Moneda.

Hice girar la manecilla de la radio portátil. Después de los ataques aéreos las emisoras democráticas fueron callando una tras otra. Pero Magallanes seguía resistiendo. Los putchistas no pudieron interrumpir el ultimo discurso de Salvador Allende. Luego escuche la voz familiar del locutor, que dijo: “En cualquier momento nos pueden interrumpir, pero seguiremos aquí hasta el final”. En medio de los cañonazos salio al aire la canción de Sergio Ortega El pueblo unido, interpretada por Quilapayun. Los que se encontraban en la emisora corearon el estribillo:

Y ahora el pueblo

que se alza en la lucha

con voz de gigante

gritando: ¡Adelante!

¡El pueblo unido

jamás será vencido!




Quienes estaban junto al micrófono sabían que los enemigos abrirían fuego contra ellos. Mi radio emitió un chasquido y una detonación ahogo las voces de los cantantes.

Trate en vano de comunicar por teléfono con Radio Magallanes cuando ceso de transmitir. Mientras tanto, en el centro de Santiago se levantaba una nube de humo. Los aviones de los putchistas estaban bombardeando el palacio presidencial.

Por la noche la Universidad fue rodeada por soldados en carros blindados. Toda la noche estuvieron preparándose para el ataque como si tuvieran delante una fortaleza militar. Después del intenso cañoneo, los soldados irrumpieron en el edificio y emprendieron a culatazos con los estudiantes. El camarógrafo Hugo Araya, que había venido a filmar la inauguración de la exposición, se situó con su cámara frente a los “vencedores” triunfantes. Y casi al instante un balazo lo mato. A Víctor junto con otros estudiantes lo obligaron a tenderse en el suelo boca abajo.

Conversamos mucho en ese tiempo, Víctor me hablo de su familia, de su mujer y sus hijas a quienes quería mucho, de sus espectáculos en el teatro y de las nuevas canciones que soñaba hacer... En el mismo estadio donde nos tenían presos, a Víctor le habían aplaudido cuando gano el concurso de la Nueva Canción Chilena en el festival.

“Pronto empezaron a trasladar urgentemente a los prisioneros al Estadio Nacional donde a los militares les era mas fácil controlar la situación. En el ultimo grupo formado para ir al Nacional estábamos Víctor y yo. En total éramos unas cincuenta personas. De pronto apareció el comandante Manrique, recorrió la fila y ordeno a salir a Víctor Jara, Litre Quiroga, conocido jurista y comunista, y a mi.



-Llévenlos abajo -dijo.


“Yo sabia que ‘abajo’ nos esperaba la muerte. Allí tenían habilitada una cámara, en lo que había sido guardarropia y varios baños. Muchos de nuestros compañeros fueron llevados allí, pero nadie volvió. Una vez que me condujeron al interrogatorio y, al pasar, vi un montón de cadáveres, de cuerpos masacrados y desmembrados. Luego sacaban los cadáveres en camiones y los dejaban tirados en la calle.

Danilo Bartulin concluyo su relato y recordó que estando todavía yo en Santiago los secuaces de la junta divulgaron la versión de que el cantante había atacado con metralleta a una patrulla militar y esta, defendiéndose, lo mato.



Pero la única arma de Victor era la guitarra. A Danilo Bartulin lo torturaron para sonsacarle los datos secretos que podía saber el medico particular del presidente. Pero ¿que “secretos” podía saber el cantante?... A Víctor lo torturaron y asesinaron porque odiaban sus canciones.



RELATO DE DANILO BARTULIN


jueves, 4 de octubre de 2007

CaNcIoNeS

Te recuerdo Amanda

Te recuerdo Amanda
la calle mojada

corriendo a la fabrica
donde trabajaba Manuel.

La sonrisa ancha
la lluvia en el pelo
no importaba nada
ibas a encontrarte con el
con el, con el, con el
son cinco minutos
la vida es eterna
en cinco minutos
suena la sirena
de vuelta al trabajo
y tu caminando
lo iluminas todo
los cinco minutos
te hacen florecer.

Te recuerdo Amanda
la calle mojada
corriendo a la fabrica
donde trabajaba Manuel.
La sonrisa ancha
la lluvia en el pelo
no importaba nada
ibas a encontrarte con el
con el, con el, con el
que partio a la sierra
que nunca hizo daño
que partio a la sierra

y en cinco minutos
quedo destrozado
suena la sirena
de vuela al trabajo
muchos no volvieron
tampoco Manuel.

Te recuero Amanda
la calle mojada
corriendo a la fabrica
donde trabajaba Manuel.



El cigarrito

Voy a hacerme un cigarrito
acaso tengo tabaco
si no tengo de’onde saco
lo mas cierto es que no pito.
Hay hay hay, me queris,
Hay hay hay, me queris.

Voy a hacerme un cigarrito
con mi bolsa tabaquera
lo fumo, boto la cola
y recojala el que quiera.
Hay hay hay, me queris,
Hay hay hay, me queris,
hay hay hay.

Cuando amanezco con frio
prendo un cigarro de a vara
y me caliento la cara
con el cigarro encendio’
Hay hay hay, me queris,
Hay hay hay, me queris,
hay hay hay.


BiOgRaFiA De ViCtOr JaRa






Su niñez

Hijo de padres campesinos, inquilinos de la pequeña localidad de Quiriquina, a 30 minutos de Chillán, en donde se arraiga un profundo folclore. Su padre, Manuel Jara, trabajaba en las labores propias del campo. Su madre, Amanda, cantora, tocaba la guitarra con la que acompañaba sus canciones a la luz de las hogueras en torno a las que se reunían los vecinos y trabajadores y a cuya luz jugaban los niños y Víctor se tumbaba a ver las estrellas por la noche. La familia se completaba con María, Georgina (Coca), Eduardo (Lalo), Víctor y Roberto, el menor.

Desde niño, a la corta edad de seis o siete años, Víctor Jara se vio obligado a acompañar en los trabajos del campo a su familia. La actividad de cantora de su madre le produjo el primer contacto con la música. La acompañaba a todos los acontecimientos a la que era requerida (bodas, bautizos, velatorios...). La mala relación con su padre provocó que Víctor se uniera más a su madre, quien se preocupó de la educación de los hijos mandándolos a la escuela, en donde Víctor enseguida destacó.






El seminario

Se trasladaron a la Población de Nogales donde volvió a encontrarse con Julio y Humberto Morgado, compañeros de la escuela primaria. La familia Morgado proporcionó a Víctor comida y cama. Víctor dejó los estudios y trabajo en una fábrica de muebles y ayudaba a Pedro Morgado, padre de sus compañeros, en su trabajo de transportista.

Por consejo del padre Rodríguez ingresa en el seminario de la Orden de los Redentoristas en San Bernardo.


Dos años después, en 1952, abandonaría el seminario al darse cuenta de su falta de vocación, del que recordaría positivamente el canto gregoriano y la parte de interpretación de la liturgia. Cuando sale del seminario va a realizar el servicio militar.









La música y el teatro



A los 21 años entra en el coro de la Universidad de Chile y participa en el montaje de Carmina Burana, comenzando así su trabajo de investigación y recopilación folclórica. Tres años más tarde forma parte de la compañía de teatro "Compañía de Mimos de Noisvander", y empieza a estudiar actuación y dirección en la Escuela Teatro de la Universidad de Chile.

En 1957 entra a formar parte del grupo de cantos y danzas folclóricas Cuncumén y conoce a Violeta Parra que lo anima a seguir cantando.

Con 27 años, en 1959 dirige su primera obra de teatro Parecido a la Felicidad de Alejandro Sieveking haciendo bolos por varios países latinoamericanos. Como solista del grupo folclórico graba su primer disco, dos villancicos.

En 1961 compone su primera canción, Paloma Quiero Contarte.



Graba con el grupo Cuncumén el LP Folclore Chileno donde tiene dos canciones propias, Paloma Quiero Contarte y La Canción del Minero. Comienza a desempeñar la función de director en la Academia de Folclore de la Casa de la Cultura de Ñuñoa. Funciones que desempeñaría hasta 1968. En esa misma época y hasta 1970 forma parte del equipo estable de directores del Instituto de Teatro de la Universidad de Chile, Ituch y entre 1964 y 1967 es profesor de actuación en la universidad.

Sigue componiendo música y en 1965 dirige la obra La Remolienda de Alejandro Sieveking y el montaje de La Maña de Ann Jellicoe, para el Ictus por las que recibe el premio Laurel de Oro como mejor director y el premio de La Crítica del Círculo de Periodistas a la mejor dirección por La Maña.






Cantautor



Ejerce de Director Artístico para el grupo Quilapayún entre los años 1966 y 1969 y hasta 1970 actúa como solista en La Peña de los Parra. Sigue cantando y dirigiendo obras de teatro y en 1966 graba su primer disco LP, Víctor Jara, editado por Arena.



Con casa Emi-Odeón grabaría el año siguiente los LP´s Víctor Jara y Canciones Folclóricas de América, junto a Quilapayún.



En 1969 monta la obra Antígonas de Sófocles para la Compañía de la Escuela de Teatro de la Universidad Católica. Con la canción Plegaria a un labrador gana el primer premio en el Primer Festival de la Nueva Canción Chilena y viaja a Helsinki para participar en un Mitin Mundial de Jóvenes por Vietnam y graba Pongo en tus Manos Abiertas.



En 1970 participa en Berlín en la Conversación Internacional de Teatro y en Buenos Aires en el Primer Congreso de Teatro Latinoamericano. Se implica en la campaña electoral de la Unidad Popular y saca el disco Canto Libre.



Es nombrado Embajador Cultural del Gobierno de la Unidad Popular. Con la casa Dicap edita el disco El derecho de vivir en paz que le vale el premio Laurel de Oro a la mejor composición del año.



Trabaja como compositor de música para continuidad en la Televisión Nacional de Chile desde 1972 hasta 1973 e investiga y recopila testimonios en Herminda de la Victoria en los cuales basaría su disco La Población. Viaja a la URSS y a Cuba y dirige el homenaje a Pablo Neruda por la obtención del Premio Nobel.



Ese mismo compromiso le llevará en 1973 a realizar diferentes actos, participando en la campaña electoral para las elecciones al parlamento a favor de los candidatos de la Unidad Popular y respondiendo a un llamado de Pablo Neruda participa dirigiendo y cantando en un ciclo de programas de TV contra la guerra y el fascismo. Trabaja en varios discos que no podrá grabar y realiza la grabación de Canto por Travesura.



El golpe de estado del general Augusto Pinochet contra el presidente Salvador Allende el 11 de septiembre de ese año le sorprende en la Universidad Técnica del Estado. Es detenido junto con otros alumnos y profesores. Lo llevan al Estadio Chile donde permanece detenido varios días. Según algunas versiones, le torturan durante horas, golpeándole las manos hasta rompérselas con la culata de un revólver y finalmente le acribillan el día 16 de septiembre y el cuerpo es encotrado el 19 del mismo mes. Su viuda, Joan Jara, ha negado que le hayan arrancado las uñas y otra serie de torturas a las cuales se dice que habría sido sometido.



Fue un destacado militante del Partido Comunista de Chile, siendo miembro del comité central de las Juventudes Comunistas de Chile hasta el momento de su asesinato.




El reconocimiento del asesinato

En 1990 la Comisión de Verdad y Reconciliación determinó que Víctor Jara fue acribillado el 16 de septiembre de 1973 en el Estadio Chile y arrojado a unos matorrales en los alrededores del Cementerio Metropolitano ubicado a orillas de la Carretera 5 Sur. Luego llevado a la morgue como NN, donde más tarde sería identificado por su esposa. Sus restos descansan en el Cementerio General de Santiago de Chile.

Como homenaje, a 30 años del Golpe Militar, en septiembre del 2003 se puso su nombre al Estadio Chile.